EL ORIGEN DE LAS MONTAÑAS

Había una vez un país en el que vivían dos tipos de personas: unos hombres pequeños, que se llamaban inuit, y unos gigantes, que se llamaban tuniqs.

Mientras los primeros eran pacíficos y alegres, los segundos eran terribles, les gustaban las peleas y su máxima diversión consistía  en cazar a los inuit para meterlos en la marmita, cocinarlos y comérselos.

Afortunadamente, los inuit eran mucho más listos y veloces,y rara vez caían en manos de los tuniqs,  aunque cuando esto sucedía, empleaban su cerebro para salir indemnes y regresar a sus casas sanos y salvos.

Un día, un cazador inuit regresaba a su casa después de un provechoso día de caza. De pronto, se dio cuenta de que lo observaba un gigante. Consciente de que si resultaba atrapado se convertiría en su cena,  soló el caribú que había cazado y  huyó  tan rápido como se lo permitían sus piernas. Era  mejor tener el estómago vacío que acabar en la panza del tuniq.

El gigante lo persiguió y como sus pesadas y enormes zancadas golpeteaban el suelo y lo hacían retumbar, otro gigante que estaba por los alrededores quiso saber qué pasaba, y al ver que corría tras un inuit se unió a la persecución.

El pobre cazador tuvo que darse por vencido.

-Soy ágil y veloz -se dijo mientras ses detenía-, pero es imposible escapar a la persecución de dos tuniqs.- Y encarándose a los gigantes preguntó- : ¿Por qué me perseguís?

-Para meterte en la marmita y comerte -contestaron los dos gigantes a la vez.

-Solo soy un hombre enclenque con poca carne -dijo el inuit mirándolos a los ojos.

-¿Qué quieres decir? -quiso saber el primer gigante que no se daba cuenta de que quería confundirlos.

-Quería saber cuál de los dos me comerá. No tenéis bastante para saciaros los dos.

Los dos gigantes se miraron perplejos.

-Yo lo he viso primero -dijo el primer gigante.

-Pero estaba a punto de escaparse. Por consiguiente, me lo llevo yo -afirmó el segundo.

-¡No te atreverás!

-¡Ahora lo verás!

Como no paraban de discutir, el inuit reclamó su atención colocándose entre ellos dos.

-Tenéis razón los dos. Por eso creo que lo mejor es que luchéis para decidir cuál de vosotros se queda conmigo. Yo mismo saltaré a la marmita del vencedor.

Entonces comenzó una lucha terrible entre los dos gigantes. Duró varios día y varias noches y como tenían tanta fuerza, cada vez que uno de ellos caía al suelo, con cada golpe se moldeaba la tierra. Así aparecieron los valles, las colinas y los montes. Los gigantes siguieron luchando días y noches, hasta que al final cayeron agotados y se quedaron completamente dormidos.

El inuit, viendo que no lo molestarían más, recogió el caribú que había cazado y se dirigió a su casa para dar de comer a su familia.

Atrás quedaron unos grandes montones de tierra, vestigio de la terrible lucha entre los dos gigantes.



Cuento clásico de Alaska

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